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“A menos de 10 días de haber sido publicada la nota de Primer Plano en este medio, relacionada con el retorno del km 20.5 de Carretera a El Salvador, tuve el infortunio de ver el cuerpo sin vida de un motorista, justamente en ese lugar. La terrible escena me causó tristeza. De inmediato pensé en el dolor de la pérdida para su familia y luego en que podría haber sido yo o algún ser querido. Pero me invadía más un sentimiento de indignación.
Mientras en redes sociales se debate sobre si fue o no imprudencia del conductor, o si hay que cerrar el cruce, la falta de condiciones viales sigue cobrando víctimas, y tal como decía la nota antes mencionada: “¿Tendremos que esperar a que ocurran más tragedias?”
Existe una obvia correlación entre imprudencia y falta de condiciones viales. Entre mayor sea la dificultad para retornar, mayores son las imprudencias de los conductores. Por ejemplo, los retornos ya son de doble vía en en horas pico.
A pesar de que la nota mencionaba la falta de acción de las autoridades, es decir, Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda y Municipalidad de Fraijanes, en ningún momento hubo alguna reacción de su parte. Y se estima que no la habrá.
El actual alcalde de Fraijanes autorizó en su momento la construcción de un paso a desnivel exclusivo para los asistentes a Ciudad de Dios. Qué cólera no haber aprovechado la ocasión para ver más allá y autorizar algo que hubiera podido resolver este problema para todos, de forma definitiva.
Este retorno es vital y debe ser seguro. Sin embargo, al día de hoy, es un verdadero peligro. Los vecinos no dudamos en el pronto desarrollo de los kilómetros del 16 al 25. En breve, todo el tramo estará construido de ambos lados y habremos perdido la oportunidad de crear las opciones para que el tránsito fluya. No quedará más que instalar semáforos o seguir jugándose la vida.
Pareciera que todo está en contra: el ancho del arriate central es mínimo, los retornos están invertidos, de modo que se crea un círculo que queda bloqueado a menudo; no hay carriles de aceleración ni desaceleración, ni bahías para carga y descarga de pasajeros; no hay carril de emergencia para carros averiados; no hay retornos a El Salvador, etc. Atormenta imaginar el tránsito que habrá en 5, 10 o 20 años, y la cantidad de accidentes ocurridos para entonces.
Sin embargo, aún podemos hacer algo. Los vecinos ya nos organizamos antes. Lo que requerimos es la atención y respuesta de las autoridades involucradas, por lo que me pregunto: ¿a quién, cuándo y dónde podemos presentar estas inquietudes?”.
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