Cada 7 de diciembre, desde finales del siglo XVII, en Guatemala se festeja la quema del diablo, una celebración folclórica y religiosa que ha ido cambiando con el pasar del tiempo.
Origen
El diablo judeocristiano es la antítesis de Dios y representa la oscuridad y la maldad. De acuerdo con el cristianismo, proviene de una rebelión de Luzbel y de sus seguidores que quisieron parecerse al Creador, pero fueron expulsados del cielo.
El término demonio viene del griego daimon, que era un espíritu o protector, no maléfico, hasta que este término pasó al cristianismo con el significado actual. Los hebreos lo llamaban Satán, el enemigo, que se tradujo al griego como diabolos (adversario o perturbador) de donde procede el diabolus latino y el diablo en castellano. También se le conoce como Behemón, Mammon y Moloch.
Quemar vs Reciclar
Monitoreos que se han hecho el día de la quema del diablo han revelado que esta práctica aumenta el número de sustancias que afectan el ambiente y la salud, afirma el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN). Por ello, se recomienda evitar quemar objetos como llantas, envases plásticos o de productos tóxicos o baterías.
“Esta es una tradición que no debe desaparecer, sino controlarse, ya que dura solo unos minutos, una vez al año. Convendría prevenir la contaminación perenne de la ciudad, contra la cual no existen campañas”, dice Miguel Álvarez, cronista.
En los inicios de esta tradición los materiales que se empleaban eran naturales (pasto, hojarasca, chiriviscos o residuos agrícolas) y cuya combustión únicamente generaba dióxido de carbono, un gas no tan nocivo.
Sin embargo, el incremento exponencial de habitantes que ha tenido el país en las últimas décadas, el número y magnitud de los actuales fogarones, así como el uso de nuevos residuos proveniente productos desechables (plásticos, duroport y llantas), ha generado la combustión de dióxido y monóxido de carbono, dióxido de azufre, material particulado, metales pesados, dioxinas y furanos, todos ellos gases de efecto invernadero que afectan gravemente el ambiente, los recursos naturales y la salud de todos los seres vivos.
Por su parte, Técnicos del (MARN) enfatizaron en que las tradiciones se deben adaptar a la realidad, una en la que Guatemala está posicionada como la tercera ciudad de Latinoamérica con más contaminación del aire.
“Recomendamos hacer una fogata por comunidad, no por colonia o sector, y evitar utilizar materiales contaminantes como plásticos, llantas y aceites, para potencializar la sostenibilidad de esta práctica sin perder la tradición”. Concluyeron los expertos en ambiente.
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