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Alan Tenenbaum es Mr. Teikirizi (tomálo con calma)

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gn-006-pg-01cAyudar a los demás es lo que más me llena de felicidad

“Estoy feliz porque ahora que puedo jugar ping pong, me puse la meta de representar a Guatemala en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020”.

Alan Tenenbaum W. nació en Guatemala cuando se celebró el Día de la Tierra en 1982, disfrutó de una niñez muy alegre y dinámica junto a sus primos y amigos, practicando deportes, escuchando música y disfrutando del sabor de una sonrisa.

Después de terminar el colegio, estuvo en Israel como voluntario por 2 meses en un kibutz, para luego estudiar Administración de Empresas en Colorado, años que recuerda como los mejores de su vida, luego regresa a Guatemala para trabajar en mercadeo y publicidad.

El accidente

En las playas de arena volcánica de Guatemala, en casa de unos primos, pasaban el día en la piscina, estrenando una cámara que permite tomar fotos debajo del agua, (en aquel momento era algo sorprendente), se lanzó en un clavado que cambiaría su vida. Después de pensar que se trataba de una broma, lo sacaron, pero al despertarlo no podía mover más que los hombros, la cabeza y los labios.

Nadie sabía lo que estaba pasando, ya que no tenía lesiones externas ni siquiera hemorragia o moretones, sin embargo tenía rotas dos cervicales, la C5 y C6, con daño en la médula espinal, dejándolo automáticamente cuadripléjico a los 26 años.

Lo más difícil

Perder la independencia, y escuchar el diagnóstico que decía que solo iba a poder mover los parpados, ojos y boca, lo llevó a una depresión tan fuerte que no se suicidó porque escasamente podía mover los labios, pero la idea se atravesó por su mente.

“No arruiné mi vida, arruiné la de mi familia, ahora van a tener que pasar el resto de su vida pendientes de mí, desde que me levante hasta que me acueste, y hasta para rascarme la nariz”.

Sin embargo, la fuerza de voluntad que toda la vida lo ha caracterizado, armarse de fe y optimismo permitieron que Alan continuará “Pa’ lante!”.

“Agradecí que me hayan encontrado y sacado de esa piscina a tiempo, porque allí pude haberme ahogado. El hecho de que me hayan dado una segunda oportunidad fue la razón por la cual tomé todo esto más tranquilo”.

 

El cambio

Empezó a recibir terapia, medicina, y el apoyo de toda la familia y amigos que cada vez eran más, conforme se iban enterando de la situación. “Salí de la depresión, que fue bastante fuerte pero no extensa, mis amigos me decían que debería escribir una historia de lo que me pasó, ya que se sorprendían de lo bien que asimilaba las cosas y cómo recuperaba alegría”.

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“Una noche de insomnio se me ocurrió la idea, de que no fuera una crónica, sino escribir una novela basada en mi accidente, mezclando sueños con realidad, al principio lo hice con un sistema de reconocimiento de voz, porque no podía mover las manos”.

En la silla de Morfeo

El accidente y lo que pasa después, narrado a veces como sueño y otras como realidad. Es el contenido del libro publicado en febrero de 2014, con más de 5 mil ejemplares. La segunda edición tiene un prólogo hecho por Ismael Cala.

Alan Tenenbaum comprendió que su misión y motivación en la vida era inspirar a los demás, a través de charlas motivacionales y de su libro En la Silla de Morfeo. Su principal meta es que las personas se sientan inspiradas al ver la vida y los problemas con una actitud positiva. Actualmente imparte de 3 a 4 talleres por semana en colegios, universidades y empresas.

Sus conferencias terminan con la presentación de un video, en el que varios artistas nacionales e internacionales se unen en solidaridad con él y fortalecen su mensaje de perseverar en la vida “con buena vibra”, entre ellos destaca la participación de Alejandro Sanz, Los Amigos Invisibles y Sergio Vallín de Maná.

DATOS

Es el mayor de 4 hermanos varones

Tiene 34 años de edad

2.5 años tardó en escribir el primer capítulo

140 páginas tiene el libro

2015 fue entrevistado por Ismael Cala, en Miami

Cita:

Aprendí que es bien importante el teikirizi en la vida, representa la paciencia, la fe, la esperanza, pero no se trata solamente de  teikirizi, sino de ir “pa’ lante!”.

 

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