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Es fundador del Centro Pediátrico de Guatemala y atiende con tecnología de punta y experiencia a los niños que acuden a él
Edgar Beltetón es pediatra especialista en cuidados intensivos y enfermedades respiratorias con más de 30 años de experiencia. Su afán por servir a la sociedad hace que dedique alrededor de 20 horas diarias a sus pacientes.
¿Cómo es un día normal para usted?
Me levanto a las 5:30 de la mañana, trato de hacer un poco de caminata en los alrededores de mi casa, luego tengo un único momento en el día para leer o escribir algún artículo o preparar algunas presentaciones para congresos.
Generalmente salgo de mi casa a las 8:30, paso al hospital Herrera Llerandi, luego me voy a El Pilar y luego vengo a la clínica a las 10:30 am; salgo alrededor de las 11 de la noche, para pasar visitando los hospitales. Desde hace muchos años duermo entre 4 y 5 horas diarias.
¿Que lo llevó a incursionar en la pediatría?
Un tío me dijo que no había suficientes médicos que se ocuparan de la atención a niños. Así que me decidí por esa rama de la medicina.
Estudié 4 años en el país y luego por la buena relación que había en ese momento con el Seguro Social Mexicano, estudié una subespecialidad de cuidados intensivos de pediatría en el Distrito Federal, en el Hospital La Raza. Lo cual fue muy útil, ya que en ese momento en el país no había nadie que se dedicara a esa subespecialidad.
¿Por qué decide dedicarle tanto tiempo a la pediatría?
Siempre tuve la mentalidad de que si iba a dedicarme a esto, no podía hacerlo a medias.
Gracias a Dios tengo mi familia, pero sí hay que decir que mis tres hijas crecieron muy solas, no participé de las actividades del colegio y eso tiene un costo, pero la satisfacción al ver la ayuda que se le puede brindar a los pacientes, la confianza y tranquilidad de los padres al ver que estoy full time con sus hijos, y saber que estoy siendo útil a la sociedad, hacen que todo valga la pena.
¿Cómo se separan los sentimientos de la profesión?
Considero que no es posible acostumbrarse o acomodarse a ese tipo de situaciones.
Puedo comentar un ejemplo, recientemente quizás tuve uno de los días más difíciles de mi carrera; porque tenía muchos niños muy enfermos, y ese día inicié mi programación con un niño que tiene una enfermedad llamada fibrosis quística, a la cual en ninguna parte del mundo es posible sobrevivir.
El niño tiene 9 años, pero por la gravedad de su enfermedad la esperanza es muy limitada; y lo que puede hacer que salga adelante es un trasplante de pulmón, el cual cuesta medio millón de dólares y no se hace en nuestro país.
El tema es que ese día su pulmón se rompió en la clínica, por lo que tuvimos que llevarlo al hospital para ponerle un sello de agua y algo que nunca se me va a olvidar fue algo que me dijo el niño: “Doctor, por favor no me vaya a dejar morir”.
En ese momento debía decidir si continuar el proceso, porque había mucho riesgo. Lo hicimos y el niño pudo salir respirando mejor al siguiente día. Es por casos como el de éste niño que no puedo dejar de trabajar 18 o 20 horas del día.
¿Cuál ha sido su experiencia en el curso anual que imparte?
Lo realizo hace 16 años y lleva por nombre Curso Internacional de Pediatría. Vienen especialistas de diversas partes de Latinoamérica y tiene como objetivo darle la oportunidad a quienes no tienen la posibilidad de salir al extranjero a estudiar o actualizarse, que lo hagan gracias a este seminario.
Este año fue muy exitoso, pues asistieron más de mil médicos de todas partes del país.
¿Considera que la crisis en el tema salud se superará pronto?
Sí se puede salir, nuestros países vecinos lo han logrado, pero definitivamente es un tema complejo.
No es posible que cuando yo empecé a estudiar medicina, en Guatemala había cinco bancos, con algunas sucursales. Hoy en día debe haber el triple de bancos con una gran cantidad de agencias; pero sigue habiendo la misma cantidad de hospitales.
