No es posible continuar siendo profesores del siglo XX, enseñando contenidos del siglo XIX a los alumnos del siglo XXI.
La educación escolar impacta la educación superior, ya que la preparación académica y los principios que se inculcan a los estudiantes; como la puntualidad, responsabilidad, los hábitos de estudio, destrezas, entre otros; se reflejan en su aceptación y rendimiento en la universidad.
Con los avances tecnológicos que invaden el mundo, la forma de educar ha cambiado. El alumno del siglo XXI necesita desarrollar competencias y destrezas de pensamiento.
Se les deben enseñar destrezas para que desarrollen un pensamiento crítico y puedan solucionar problemas. Todo ello con el propósito de aprender a reunir información y ser capaces de evaluarla, de averiguar si es confiable o no y si se debe utilizar, y por último, resolver problemas y tomar decisiones.
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