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Claudia es reconocida por su bondad y carisma con los animales de la calle, y hace un llamado a decir no al maltrato animal, es por ello que desde hace cuatro años participa activamente en el programa Huellitas de la Calle.
¿Cómo inició tu amor por los animales?
El amor se trae desde pequeña, a uno le inculcan el cariño y el respeto por ellos. Además, al ver tanta necesidad, me conmuevo. Es ahí donde se genera el impulso por trabajar en este tipo de labor como voluntaria. Aunque se hace poco, en mi casa organicé un hogar temporal que se sostiene con fondos propios.
¿Has logrado concientizar a algunos guatemaltecos?
Sí, las primeras dos personas fueron mis hijas, a ellas no les gustaban los animales, los veían pero solo decían “qué bonitos”. Ellas fueron las primeras en ayudarme, y fue entonces que les enseñé a manejar la situación, para curarlos y que no las mordieran.
¿Qué es lo que más te gusta de los animales?
Su fidelidad, la gente piensa que ellos no entienden al humano, y es todo lo contrario. Tuvimos el caso de un perro llamado Valentín, su familia lo quería mucho cuando era pequeño, pero cuando creció lo sacaron a la calle. Entonces Valentín se quedó en la puerta de la casa, y siempre rascaba para que lo dejaran entrar. Los dueños lo trataban mal, le pegaban y le tiraban agua caliente, y a pesar de todo eso, Valentín nunca se iba. Al momento que nos reportaron este caso ya era muy tarde, estaba muy enfermo y lastimosamente murió.
¿Cuéntanos un poco con respecto a tu voluntariado?
Anteriormente ayudaba a varias asociaciones no registradas, y les apoyaba con el hogar temporal. Luego conocí el proyecto de Huellitas de la Calle y recibí varios cursos de grooming, vacunación, primeros auxilios, cuidados intensivos, y de cómo saber los medicamentos adecuados, no soy veterinaria, pero el voluntariado me ha enseñado mucho.
¿Cómo pueden las personas ayudar a estos animales?
Si encuentran a un perro que necesita ayuda, pueden buscarnos en Facebook como Huellitas de la Calle, ahí damos seguimiento a los diferentes casos.
«En el caso de El Cambray, sacamos muchos perros que se aferraban al lugar donde había estado su casa. Incluso, había un perro olfateando y escarbando de manera incansable, porque debajo estaban sus dueños».
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