“Existen más de 14 millones de personas ilustres que cada día se levantan con la esperanza de emprender proyectos, poner al país en alto, ser guatemaltecos de corazón”, afirma el Dr. Carlos Orellana.
De pequeño jugaba a ser médico y maestro. A los 8 años a consecuencia del terremoto del 1976, se suspendieron los cursos en la escuela, “a raíz de eso, mis padres decidieron hacer una pequeña galera en el jardín de mi casa, para impartir clases a los niños del sector por las mañanas. Era llamado ‘el pequeño maestro’ por mis vecinos”.
“Con una visión amplia logré ejercer las dos profesiones. A los 22 años empecé mi trayectoria como Médico y Cirujano, después me especialicé en Pediatría y como Neurólogo Pediatra. He estado en el cargo de Director del Centro Escolar Famore y también he sido coordinador del programa de posgrado en Neurología del Desarrollo en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de San Carlos. Actualmente trabajo como médico neurólogo de la unidad de Fisiología del Desarrollo de Guatemala”.
Gracias a mi carrera he logrado conocer distintos puntos de la Ciudad de Guatemala, de cada rincón he conocido a muchas personas que han dejado algo positivo en mí.
Experiencia en el ámbito laboral
En el área de docencia, cuando finalicé mis prácticas me llené de satisfacción, ya que los niños que me habían asignado tenían un bajo nivel académico, sin embargo, lograron sobresalir en las materias asignadas.
Como médico, una vez una paciente me preguntó, ¿los médicos lloran? Mi respuesta fue sí y a veces tenemos que llorar solos, sin nadie que nos consuele. La muerte de cualquier paciente es lo más duro y doloroso para cualquier médico.
Les agradezco a los doctores Ricardo Mac, Byron Arana, Bernabé Benito y Manuel Oliva, por aconsejarme en un punto muy importante en mi vida, al no decirme realmente qué debía estudiar, me gustaba todo lo relacionado con medicina, pero ellos me motivaron a tomar la decisión sobre mi carrera. Decidí especializarme en Pediatría, luego me interesó la salud y bienestar de la infancia, al cual he dedicado parte de mi vida.
¿Qué lo motivó a seguir estudiando la especialidad que ejerce?
Una persona cuyo nombre no recuerdo, se acercó a mí en una ocasión y me hizo un comentario “Dr. Orellana, usted debería dedicarse a los problemas del aprendizaje” me quedé asombrado ya que tenía en mente estudiar otras especialidades, al final me incliné por dicha especialidad, la conducta y problemas del aprendizaje en los niños en condiciones complicadas del desarrollo.
¿Qué ha logrado durante su trayectoria?
Ser el fundador del Centro Escolar Famore junto a mi familia. Es un proyecto centrado en el ser humano, aplicando la pedagogía del corazón. Aplicamos un principio fundamental, el cual es, antes que educar hay que amar.
Inicié otro proyecto de especialización de Neurodesarrollo. Actualmente soy el coordinador.
¿Qué experiencias han marcado su vida?
Luchar con la enfermedad de regresión autista que le surgió a mi hija poco antes de cumplir los 2 años. Fue una situación difícil y dura para la familia, ver a un hijo que relativamente era sano de pronto perder sus habilidades y además asociándole una epilepsia. Actualmente ella tiene 10 años, logra salir adelante con la ayuda de Dios y el apoyo de amigos y familiares.
¿Qué frase le inspira?
A mí mismo me digo algo que me dijo hace mucho tiempo el maestro Thomas O´bmen antes de entrar a un hospital, “hey, Carlos, hagamos a alguien feliz este día”.
¿Qué podría compartir con nuestros lectores?
Mi mayor inspiración son estos dos versículos:
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas. Josué 1:9
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Jeremías 33:3