La fábrica de sillas de ruedas de Asociación Refugio de Esperanza (Hope Haven Guatemala) es un proyecto único en Latinoamérica: es un taller de producción distinto que trabaja por el bien de una comunidad específica.
Su misión es brindar inclusión laboral a personas con discapacidad, así como maximizar su potencial por medio de trabajo y ocupación, para que gocen de una vida productiva, mientras proveen servicios de sillas de ruedas apropiadas para cualquier persona que las necesite, dentro y fuera del país.
Las sillas pediátricas han sido distribuidas por todo el mundo en los últimos 11 años, llegando hasta Sudán, Indonesia y Palestina. Se fabrican cinco modelos ajustables al crecimiento y necesidades del usuario. Han sido aprobadas por RESNA (test estándar para estática, impacto y fatiga).
La organización ha crecido en su producción, pasando de 1 silla cada dos días a 25 diarias. Su promedio es de 10 mil al año, incluyendo muletas, andadores y verticalizadores pediátricos. El proyecto inició con cinco personas en Antigua Guatemala, en el año 2008. Hoy cuentan con más de 30 colaboradores. El 90 % tiene alguna capacidad distinta.
“Tenemos unas 30 solicitudes laborales formales en espera, sin tomar en cuenta a los que solo dejaron sus datos. La demanda de trabajo es alta, ya no podemos contratar a todos hasta que tengamos financiamiento para pagar la producción. La entrega es gratuita, pero al personal tenemos que pagarle”, explica la coordinadora, Ilse Caballeros.
El valor de las sillas de ruedas que ellos fabrican esta entre USD100 y USD250, cuando su valor en el mercado alcanza hasta los USD500. Sin embargo, la calidad está certificada. Ahora trabajan en nuevos modelos semideportivos, que pueden transformarse en triciclo o adaptarse a una bicicleta, con un valor en el mercado por encima de los USD6 mil.
“Soy fisioterapeuta y empecé como voluntaria. No sabía nada de sillas de ruedas, pero los muchachos me fueron enseñando. Ver la sonrisa de los niños, después de pasar más de 7 años sin moverse, postrados en una cama, trasladarse de forma instantánea… eso es lo que me motiva a continuar con mi labor”, expresó la coordinadora.
La fundación cuenta con el apoyo de algunas iglesias, embajadas y organizaciones privadas. También recibe donaciones de materiales. Por ejemplo, el cuero que utilizan los cojines y respaldos, proviene del sobrante de la tapicería instalada a automóviles de lujo. También cuentan con un grupo de voluntarios que capta fondos para seguir distribuyendo el equipo de manera gratuita.
El proceso laboral de solicitud a nivel nacional consiste en llenar una ficha técnica, adjuntar fotocopia de DPI y una fotografía. Si desea involucrarse como voluntario o referir beneficiarios, puede hacerlo a través del correo electrónico a refugiodesperanza@yahoo.com, o llamando al número 7823-2333 / 7823-3100.
“No hay que pensar que son «pobrecitos», son personas con mucho potencial. Algunos han participado en olimpiadas, otros tienen formación universitaria, pero no han tenido la oportunidad de ser aceptados porque sus capacidades son diferentes. Están trabajando para brindar sonrisas y cumplir el derecho de movilidad al que todas las personas tienen acceso, de acuerdo a la Constitución Política de Guatemala”, concluyó Caballeros.
