Siempre imaginé un paisaje como las pinturas del lago de Atitlán, o las fotografías de la cima de los volcanes Agua, Fuego y Acatenango. No fue sino hasta que escuché acerca del “paisaje sonoro” que empecé a interesarme por el estudio de los sonidos de la naturaleza. Fue así como descubrí que los paisajes son mucho más que lo que se percibe con la vista, y que cada paisaje tiene, por decirlo de una manera, su propia huella dactilar acústica.
El paisaje sonoro
Este es una combinación de todos los sonidos que provienen del ambiente. Esto incluye sonidos producidos por los seres vivos (biofonías), naturales no biológicos (geofonías) y generados por el ser humano (antropofonías).
Para ponerlo más simple, las biofonías son los cantos de las aves, el croar de las ranas y los chirridos de los insectos. Las geofonías son el viento, la lluvia, los ríos y las olas del mar, estos son los sonidos no biológicos que produce la naturaleza. Finalmente, las antropofonías son los generados por la actividad humana, como el ruido de los carros, aviones, e incluso, el sonido de la voz.
Todos ellos interactúan diariamente, y cada uno de ellos tiene un impacto sobre lo que las personas ven, escuchan y sienten. Recientemente se han dado a conocer datos acerca del valor ecológico y social de los paisajes sonoros, ya que proveen beneficios para las personas y los ecosistemas.
¿Qué hacer?
Para evitar que el desarrollo humano interfiera con los procesos naturales de los ecosistemas silvestres, sí es posible tomar algunas precauciones la próxima vez que estés de visita en uno de estos lugares.
Evita poner música a todo volumen, o incluso, haz una caminata un poco más larga para no llevar el carro; son pequeños cambios que permitirán apreciar mejor el paisaje y vivir una mejor experiencia, sin afectar de forma negativa el ambiente natural y a los animales que viven allí.
Recuerda que cada sitio cultural, histórico y natural transmite sonidos únicos del paisaje, que conectan a las personas con ese lugar, haz lo posible por no alterarlo.
Así que la próxima vez que visites un lugar y tengas ante ti un paisaje, detente un momento, cierra los ojos y escucha.
